Fuertes rachas de viento y más tarde lluvia han sido muy difícil para nuestro grupo de doce viajeros en Fuerteventura. Sin embargo, ninguno de ellos tardaba en lanzarse al cielo cuando estuve con mis 4 cajas en el pico del monte de los Guanches cerca de Tindaya, la mañana del 17 de diciembre… sol, cielo azul… - ¡la libertad llamaba!

Los juveniles Kianga (Berlín) y Lukas (Luckenwalde) empezaron con fervor, seguidos por Hareth (Pitesti – Rumanía) y Kolya (Castrop-Rauxel). Después se tiraron dos vencejos del año anterior por el barranco, Jakub y Kajtús (ambos de Szczecin – Polonia). Una pequeña pausa permitió que los ayudantes se comunicaban asegurándose quién ha visto cual pájaro volando en qué dirección. En este sentido, nuestros amigos Andrea y Pancho de la Finca Esquinzo, tenían una gran ventaja con muchos años de experiencia y sus binoculares. De tal manera pudieron quitarme algunas de mis dudas, porque desde mi posición perdí a muchos de la vista delante las oscuras faldas de los montes.

La segunda parte del grupo de despegue también fue encabezada por un vencejo del año anterior: Ayla (Hanover) superó con grandeza un encuentro crítico con los dos busardos ratoneros locales y un cuervo. Todos los tres atacaron al joven vencejo, sin negar su interés obvio, pero al final se pelearon entre sí, y así Ayla pudo rápidamente pasar por debajo de ellos sin problemas, para después subirse al cielo. Los ratoneros y el cuervo se quedaron con un palmo de narices.

La grácil italiana Tosca (Siena), también del año anterior, eligió mejor la otra dirección para despegar y se fue rumbo a la Finca Esquinzo.

Después voló nuestra benjamina Sonea (Frankfurt-Heddernheim) e hizo olvidar completamente que siempre había sido uno de nuestros más tranquilos y gráciles pacientes: ¡ahora iba a conquistar el cielo! Kimiko (Kelkheim) con su inconfundible pico cruzado le siguió luchando contra el viento y desapareció de la vista. Como penúltima le tocó a nuestra querida Charity (Heidelberg), que había compartido un terrario con Sonea y Kimiko en la clínica, embelesándonos siempre con su cariño especial. Con fuerza extendió sus nuevas alas que debía a un donante bien especial: ¿Os acordáis del vencejo adulto que en 2013 fue ingresado en nuestra clínica yacente muerto sobre sus tres polluelos recién eclosionados, que había dado su vida para salvar a sus hijos en el horrible periódo de mal tiempo? Ahora salva la vida con sus plumas bellísimas a un cuarto vencejo, nuestra Charity, un año y medio después de su muerte.

Al final despegó el adulto Illyria de Ludwigshafen, un vigilante para la bandada de juveniles, por decirlo así. Seguro como sólo un adulto con experiencia puede hacerlo, mostró el despegue más bonito de todos, y se lanzó verticalmente al cielo nublándose más y más, a pesar de las rachas fuertes que enfrentaba.

Esperemos que todos los doce se hayan escapado a tiempo de la lluvia que poco después empezó a caer, volando hacia regiones de la isla más soleadas y con menos viento, o mejor ya directamente a África. Con el adulto Illyria sí que tienen un guía fuerte y experimentado. Yo tenía un poco de miedo frente al tiempo desfavorable que se presentaba, pero confío en la fuerza y la habilidad de nuestros vencejos. ¡Están hechos para volar con el viento!