Día 10 de febrero: el majestuoso monte de Tindaya es otra vez testigo de una liberación emocionante. El ya conocido equipo alemán-suizo-español se posiciona en los lugares de siempre para liberar, como ya es costumbre, a un grupo internacional de vencejos (esta vez de Alemania, Polonia e Italia) con tiempo de sol y viento templado bajo un cielo azul. El ratonero, de mal humor como siempre, se lanza al aire, emitiendo gritos gruñones, esperando el desfile de los candidatos. Al liberar al adulto Tessa (de Karlsruhe) junto con el super volador de los juveniles Anakin (de Gernsheim), el ratonera no se deja confundir esta vez. Se queda esperando. Anakin se va como un avión de combate, dejando una estela imaginaria en el cielo. Tessa, después de tantos meses duros, primero no muestra la soberanía usual de los adultos, pero poco a poco va mejor y al final da un giro en torno al monte de los Guanches antes de planear sobre la cresta.
Nuestros inseparables hermanos polacos Wampirek y Knypek también vuelan al mismo tiempo. Ambos salen a toda velocidad describiendo un arco ingrávido, uno a la izquierda, el otro a la derecha, para juntarse otra vez delante de mí en el cielo, subiéndose como pareja. Mis ojos se llenan de lágrimas.
Arkadi de Wiesbaden, que desde verano 2013 estaba luchando sin cesar por su libertad, debiendo a su temperamento diabólico la pérdida constante de nuevas plumas, que le crecen por fin este invierno, se va como un tornado usando la pista de despegue “este”. Le va siguiendo con alegría y rápido como una flecha el curioso y entremetido Dio de Mannheim, y después su pequeña compañera Sabia de Frankfurt. Precisamente a ella, la siempre tímida, parece haber esperado el ratonero, ahora de muy mal humor, para estatuir un ejemplo. Cuando Sabia gira hacia el oeste, subiendo sobre el barranco, va atacando. Casi se me para el corazón. Pero sea capacidad innata o empuje de adrenalina: Sabia se sumerge elegántemente debajo de él, vuela con rapidez sobre la cresta, y el mandamás frustrado se sienta aleteando en una roca encima de su nido. Paddington de Duisburg, que al llegar a nuestra clínica se parecía más a una escoba que a un vencejo, se alza furiosamente al cielo. Quedamos con la boca abierta gritando: “İWow!”
Ahora quedan sólo 3 juveniles del año 2013, que se han convertido en adultos bellísimos. Shanda de Hamm, la indomable, feroz, que con toda regularidad había dejado a nuestros voluntarios de fisioterapia al borde de un ataque de nervios, presenta un espectáculo furioso en el cielo, y otra vez vienen las lágrimas: su halladora, Sra. Karin Lossau, uno de nuestros hogares de acogida, había luchado mucho tiempo para salvar la vida a punto de apagarse. Cuando dejó a Shanda en nuestros manos más tarde, todavía estaba en un estado pobre. Ha durado un año y medio hasta que Shanda estaba preparada. La Sra. Lossau, que tanto había amado a Shanda, no pudo vivir este día. Murió hace 2 meses de cáncer... İTanto me gustaría mandarle esta imagen que ahora tengo delante de mis ojos!
Moira, la pareja elegante de Shanda, también estaba más muerta que viva cuando llegó en el verano de 2013 del asilo de animales de Duisburg. Casi no puedo creer que ella también puede volar, İy junto con Shanda! İY cómo vuela!
El último es Vasco de Livorno, penúltimo de un grupo desolado de Italia que llegó en otoño 2013. Vuele lentamente pero con fuerza, primero tiene que acostumbrarse. Él también se va por el barranco y anima al ratonero hacer un aburrido gesto de amenaza levantándose sólo unos metros, dando un giro pequeño para volver a sentarse en vez de dejarse en ridículo de nuevo.
Otro vencejo está en la caja: Nemo, el amigo de Vasco. Ambos han sido inseparables desde hace un año y medio. Nemo sufre de irreversibles disturbios del sistema nervioso central. Yo no quería separarlo de su amigo. Pero ahora, después del despegue de Vasco, ha venido el tiempo para lo inevitable: con la mirada hacia lejos, el sol y el cielo azul, tocado por un viento tibio, Nemo puede dormirse suavemente y volar sobre el puente de arcoiris. Y seguro que vuela más alto y más bonito que todos.
İQué os vaya bien, los doce, qué os vaya bien!