Estrés, confusión, enfermedad, una voluntaria menos y trabajo sin cesar torpedean el viaje al sur de Francia hasta el último momento. Al final nos fuimos, cansadas y agotadas, pero no hubo otra posibilidad: 27 vencejos esperando impacientes a su liberación confiaban en nosotras. ¿Cómo hubiéramos podido decepcionarlos?
El martes, 10 de noviembre, despedimos a nuestros protegidos de larga estancia, casi todos con injertos, al cielo soleado de la ciudad de Orange. Muchos destinos trágicos, muchas historias conmovedoras que podrían llenar varios libros, se unían a una final feliz en el cielo, llenándonos los ojos de lágrimas.
Solamente quedó un toque de amargura: el juvenil Gabriel tuvo dos aterrizajes forzosos, no sabemos por qué. Por suerte lo encontramos y tuvo que volver con nosotras al norte frío. Llegado en la clínica y reunido con sus compañeros hay que mirar si se encuentra la razón de su caída. Todavía esperan 122 vencejos a su injerto de plumas que les salvará la vida... Como siempre no hay pausa, como siempre no hay que perder tiempo y tenemos que seguir adelante.
Las horas bonitas y emocionantes en Orange ya nos parecen totalmente irreales. Para nuestros 26 vencejos han sido el comienzo de su vida verdadera largamente anhelada. ¡Qué sea larga y feliz!