El polluelo que me ponen en la mano parece ser un cubito de hielo. ¿Hay realmente un resto de vida en este cuerpo tieso, mojado, helado? El pulso apenas es sensible en esta criatura húmeda. Enseguida empiezo a soplar aire caliente al bebé tieso, y sigo hasta marearme. Toma tiempo hasta que el cuerpecito empieza a calentarse un poco. Demasiado lento lata el corazón...
Se dan todos los pasos necesarios: Gotas de rescate en la nuca, doxapram a la mucosa, activar ciertos puntos con aguja de acupuntura, acupresión. Y sobre todo calor. Y volver a controlar una y otra vez la garganta, el pequeño podría ahogarse por saliva o mucosidad.
Después de una media hora, el polluelo de vencejo respira más regularmente y más tranquilo, pero no consigue la conciencia. Me dicen que se había caído del sexto piso. Quien sobrevive eso no debe morir ahora, decido. Pero la vida apagándose pende de un hilo de seda. A veces soy algo supersticiosa y pienso que puedo mantenerla al darle un nombre. Necesita tener un nombre...

¡Fleury!

¡Quédate con nosotros, pequeña Fleury!