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Nuestro pájaro de la semana: Sean el luchador por la libertad
Tuesday, 26. January 2016 08:47
Por: Dr. med. vet. Christiane Haupt
[Bitte nach Español übersetzen:] Sean Ende Juli 2015

Su voluntad de vivir es inquebrantable: Sean a finales de julio de 2015. Volantón. Ha conseguido escaparse. Foto © C. Haupt

Entdeckt!

Mierda. ¡Descubierto! Foto © C. Haupt

Sean ist erwachsen geworden

Sean se ha vuelto adulto. Tanto ha aguantado. Su destino es ejemplo para muchos otros. Foto © C. Haupt

Sean & Sol

Los héroes también necesitan consuelo de vez en cuando. Sean se deja mimar por Sol con su ánimo "soleado". Los dos comparten una caja. Foto © C. Haupt

Sean es, por así decirlo, un vencejo de primera hora. Con lo que pensamos en el comienzo de la horrible ola de calor del verano 2015. Innumerables polluelos se mueren cruelmente en sus nidos transformados en hornos. Innumerables tratan de escaparse del calor, saltan hacia afuera, muchas veces a la muerte. Pero hay sobrevivientes, como Sean. Un coraje desesperado y unas extraordinarias ganas de vivir caracterizan el polluelo adolescente que fue encontrado el 10 de julio de 2015 en el pueblo de Breuberg (Hesse). Habrá sobrevivido ya varios días en el suelo sin comida ni agua, porque está seriamente demacrado y casi muerto de hambre. La halladora nos trae el vencejo medio muerto al mismo día.

Inyecciones y cuidado intensivo salvan a Sean. Sus ánimos vuelven. Con gran apetito traga un montón de grillos, a veces también a sus hermanos o los dedos de sus cuidadores. Empieza a interesarse por su alrededor y aprende que está bastante lleno en la clínica de vencejos. ¡Y se llena más y más! Tan sólo el 10 de julio, el día de la llegada de Sean, tuvimos 14 nuevos ingresados. El calor va a tener peores consecuencias aún...

Sean no intenta quedarse para mucho tiempo. Llenarse la panza, crecer rápidamente e irse volando, eso es su plan. Unas dos semanas más tarde es volantón. Y mientras que otros polluelos piden por grillos, Sean no quiere nada más que irse.
Protesta contra la mano que le coge de su caja para examinar sus alas en vez de soltarlo a la libertad. No entiende la cara preocupada mirándolo susurrando la palabra "cañones de papel". Lo que Sean entiende es que le vuelven a meter en su caja manteniéndolo en cautividad. ¿Cómo podría saber que el calor y el hambre han arruinado sus plumas y que sus bonitas alas largas se quebrarían bajo la menor actividad física?

Comienza a alborotar. Arriba en la caja hay un hoyo. Ningún problema para Sean. Cuando por primera vez se escapa por la habitación patinando sobre el suelo, está perseguido por al menos 3 humanos. Sean da lo mejor de sí, pero en vano. De nuevo está metido en la maldita caja. Han tapado el hoyo. Sean sondea la situación y espera hasta la tarde. Alcanza subir hasta muy arriba y otra vez patina por la habitación. Pero los custodios humanos están alertos: "¡Tenemos a un rey fugitivo!"

A partir de entonces cuelga una toalla sobre la caja. Sean alborota, salta, rasga, lucha. Es desgarrador. El tercer día otra vez se escapa. Siempre encuentra algún hueco. Mala suerte que se cayó en la caja de al lado. Lo buscamos, llenos de miedo, pero con éxito. Cambiamos la toalla por un plexiglás, y se da por vencido. Pero: Quien nació por ser libre no se deja esclavizar. Esta vez se escapa durante la alimentación. Alcanza volar hasta la oficina donde lo pillamos. De vuelta a la caja, entiende que mientras tanto la mitad de sus plumas primarias se han estropeado...

Viene un tiempo muy duro. Sean está inquieto, salvaje, indómito, desesperado. Durante horas maltrata con sus alas rotas las paredes de su caja. También golpean los de otras cajas. Tantos vencejos juveniles han sido dañados gravemente por el calor mortal. Algunos se rinden... se mueren...
¡Pero Sean no! Tiene una voluntad invencible y quiere sobrevivir, luchar por su libertad, volar. Pero se aleja más y más de eso. No hay ninguna pluma buena, el juvenil anteriormente largo es ahora un "huevo" miserable.

Sean se tranquiliza con el tiempo, pero el fuego de sus ojos no se apaga. Su ánimo combativo, su coraje y vitalidad nos impresionan. Ha vuelto de comer como una lima, como si supiera que necesitará todas sus fuerzas. Es vigoroso y fuerte, está esperando. Pasan las semanas, viene el otoño. El cielo afuera está gris y vacío.

Pero en la clínica de vencejos es verano. Innumerables vencejos gritan, Sean se siente fuerte en la comunidad. Todos esperan a ... ¿a qué? Un día de invierno Sean tiene una operación. De larga duración y complicada. Los restos miserables de sus plumas primarias y timoneras se sacan cuidadosamente. Después no le va muy bien a Sean. ¡Pero de pronto empiezan a desarrollarse nuevas plumas! ¡Plumas buenas! Sean empieza a esperanzarse, aunque sigue siendo corto. Hay que injertar las largas plumas primarias de la mano, y hay una larga lista de espera. Sean ha aprendido a esperar. Su compañera Sol con la que comparte desde mucho tiempo la caja (sobre la cual ya desde mucho tiempo no hay ningún plexiglás) ayuda a distraerlo. Se quieren y van a quedarse juntos.

Y ahora, después de larguísimos meses sin fin, Sean, el luchador por la libertad, casi lo ha conseguido. Pronto tendrá su transplante de plumas.
Pronto podrá desplegar sus alas y volar.
Pronto viajará al sur.
¡Pronto será libre! Pronto...


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