...se dijo el adulto Léontine y desapareció casi sin dejar huella, encontrando en la sala de entrenamiento el único escondite posible: un rollo de papel de cocina. Pero su entrenadora lo detectó con sus ojos de águila. ¡Mala suerte, Léontine! Pero en vez de seguir con la clase de entrenamiento hubo una sesión fotográfica. Léontine no tenía nada en contra.