Actualmente los voluntarios de la clínica tienen que agacharse cuando están alimentando a los pacientes. Una golondrina está dando giros sobre las cabezas, como un pequeño avión de reconocimiento, exclamando un sonido que suena como “witt-witt” y al mismo tiempo vigilando su entorno para después sentarse sobre el terrario de la pareja de vencejos Ronny y Hope, pidiéndoles grillos a los voluntarios que los sirven con la pinza. Si va demasiado lento, empieza a protestar.
Es una golondrina macho bastante grácil, y también víctima del tiempo horrible de los últimos días, como tantos otros vencejos y golondrinas. Completamente exhausto en búsqueda desesperada de insectos, se había enredado en un cazamoscas pegajoso colgando delante de una ventana abierta. Ahora tiene que recuperarse en la clínica de vencejos, tratando de “impregnar” de nuevo su plumaje con la secreción de la glándula uropigial, lo cual necesitará su tiempo. Se está entreteniendo con vueltas aéreas en la pieza de los pacientes y fastidia así a los vencejos esperando en sus cajas a mejor tiempo. A ellos también les gustaría volar libremente. La golondrina macho está bien segura de sí misma y a la vez muy dócil, y ya se ha convertido en la mascota de la clínica.
Nuestro pequeño amigo ha tenido mucha suerte: Si se hubiera enredado con sus plumas primarias y no sólo con el plumaje corporal, hubiera sido difícil de salvarlo. Accidentes como éste ocurren cada año en gran cantidad y terminan en la mayoría de las veces con la muerte. Debería tener presente las posibles consecuencias de un cazamoscas instalado sin preocupación, sobre todo durante condiciones meteorológicas en que las aves insectívoras están dependiendo del mínimo insecto para poder sobrevivir. ¡Renuncie a cazamoscas!
Porque: ¡Los mejores cazamoscas siguen siendo las golondrinas y los vencejos!