¡Gran alegría en la clínica de vencejos! Mientras que fueron ingresados uno tras otro vencejos adultos medio muertos de hambre o heridos, y mientras que el equipo no se paraba de correr de arriba para abajo para calentar inyecciones, apareció de repente un mensajero de un asilo de animales de Wiesbaden, seguido por el grito entusiasmado: „¡un bebé“. Todos dejaron su trabajo para mirar al recién llegado. El polluelo espinoso no tenía ganas a la bandada humana excitada que le rodeaba. ¡¡¡Hambre!!! Una enorme cantidad de grillos desapareció en su pico insaciable. Después se instalaba Franca – así le pusimos en recuerdo a un adulto muy especial que nos abandonó hace poco – en una cajita acogedora de bebé. Caliente, satisfecha y protegida hacía lo que los bebes contentos suelen hacer: ¡dormir! Hasta el próximo turno de alimentación...