Seguramente Ud. quería hacer lo mejor por el vencejo juvenil que había encontrado hace tal vez una semana. Pero parece que no ha pensado en informarse de ninguna manera. Pues entonces hubiera sabido que vencejos son insectívoros que no deben ser alimentados con papilla nunca. Sobre todo no con alimentos para loros...

El joven pájaro habrá luchado fuertemente contra la administración de aquella mezcla fatal. Y a partir del momento cuando Ud. le había quebrado las dos mandíbulas se habrá enfurecido de pánico y dolor con cada contacto. Pero sus fuerzas desaparecían. Medio sofocado luchaba por su vida durante cada turno de alimentación. Escupía la comida. Ud. de nuevo le daba y lo empastaba por todas partes, la papilla acre le entraba a los ojos. ¿Puede imaginarse cómo es tener un trozo de papel de lija entre los párpados y la córnea? Ya después de unos minutos podría tener una idea de las penas que sufría el vencejo a partir de ese momento, hora tras hora, día tras día. Su córnea se cauterizó, los ojos se secaron lentamente. Quedó ciego bajo dolores inimaginables.

Ud. seguía con los intentos de alimentación, ignorando el pico doblemente quebrado y los ojos inflamados e hinchados. El animal torturado se debilitaba más y más. Tampoco pensaba Ud. en darle de beber al animal. Lentamente se moría de sed. Cuando al final notaba que algo iba mal, lo entregó. ¿Pero por qué tan tarde?

La dama que lo recibió nos lo trajo a Frankfurt. Al llegar pesaba solamente 23 grs., un juvenil completamente desarrollado con plumaje anteriormente bonito y perfecto... Ya no le podía abrir los párpados, los ojos estaban secados. Cuando le miraba en el pico quebrado y oblicuo ya no habían mucosas. Había una superficie parecido a cuero, seca y dura como madera, juntada inseparablemente con varios milímetros de papilla vieja. La lengua también estaba secada. Respiraba con dificultad. No le podía dejar ni unas últimas horas de paz con sus congéneres, corrí para encontrar la jeringa queriendo redimirle lo antes posible. Ni siquiera pude mostrarle el cielo...

Ahora lo ha encontrado, ahí vuela para siempre. ¿Le resarcirá de las torturas que debía sufrir en su vida corta gracias a Ud.? No le tengo ninguna comprensión, ni en absoluto. No hay disculpa, no hay absolución.

Le nombré "Somerled" al pequeño vencejo, lo cual significa "él que trae el verano". Porque esto hubiera debido hacer, alegrarnos con sus juegos de vuelo, regocijando en el cielo. Ahora vuela entre ángeles. He notado su último lato de corazón en mi mano y nunca lo olvidaré.

¡Descansa en paz Somerled!